Durante años, he sido uno de esos católicos que durante años he sido católico practicante, iba a la iglesia, participaba en los actos religiosos de mi parroquia, he sido monaguillo e incluso sacristán, me aprendi la liturgia, me interesé por todo aquello que olía a Cristianismo e incluso sentí lo que tradicionalmente se ha llamado “la llamada de Diós”

Pero he ahí que después de estar tan inmerso en todo ese mundo, de estudiar hasta la saciedad la biblia, el nuevo testamento, de intentar conocer mejor la vida de Cristo, se me abrieron los ojos y me di cuenta que el mandamiento nuevo, la Iglesia no lo estaba cumpliendo. ¿Qué había ocurrido en 2000 años? ¿Dónde se había quedado el amor al prógimo? ¿Dónde estaba el señor misericordioso?

La ostentación practicada por la jerarquía de la Iglesia, la jerarquia antidemocrática, el sistema feudal que imponen al pueblo de Dios, van en contra de todo lo que Jesús predicó en Jerusalem. No dijo pues según el nuevo testamento, bienaventurados los pobres poque de ellos será el reino de los cielos?

Si la iglesia es el pueblo de Dios, y el papa y la jerarquía eclesiástica son los ministros del Señor en la tierra ¿Por qué no practican la austeridad y la pobreza? ¿Acaso ellos no quieren ser los dueños del Reino de los cielos?

Pero no solo por eso estoy descontento con la Iglesia. Estos meses se han ido descubriendo y se van descubriendo como durante años, el poder que la Iglesia ha tenido a lo largo de Europa y Sudamerica, ha provocado abusos por parte de aquellos que en nombre de dios consolaban a quienes no tenían nada. Abusos a los más vulnerables, a los niños, a aquellos a los que Jesus pedía que les dejaran acercarse a él. Y una vez más me tiro a las bienaventurazas. “Bieaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios” ¿Acaso los curas que han cometido tan grave “pecado” no quieren ver a Dios?

Todos cometemos errores, y siguiendo con una literatura religiosa, todos podemos caer en la tentación; pero precisamente quienes más cerca deberían de estar de Dios son los primeros en caer en la tentación del diablo y cometer actos totalmente punibles. Ayer Benedicto XVI, lloró conmovido por las historias de quienes han sufrido el peor de los pecados, ser mancillados por los hombres de Dios. Pero estas lágrimas no pueden limpiar los actos de quienes no han sabido controlar las tentaciones, de quienes han caido en la tentación de cometer un delito.

Por todo ello, espero que la Iglesia vuelva al camino, que sí que perdonar es misericordioso pero también dicen las bienaventuranzas, “BIENAVENTURADOS LOS QUE TIENEN HAMBRE Y SED DE JUSTICIA, PORQUE ELLOS SERÁN SACIADOS”

Que así sea.

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